Si
vuelvo a saber de ti, disimularé. Guardaré el mayor secreto, que fue conocerte,
no diré que compartimos cama en más de una ocasión, no les explicaré lo que
fuiste para mí, ni que aún sueño lo que podríamos haber sido. En primer lugar, porque jamás me iban a
creer. Pensaran que exagero, que se nos fue de las manos, que nada ni nadie
pueda haber sido tan verdad ni tan intenso. Una vez más, me dirán loca, se reirían
de mí si se enterasen. Mientras, me empujan a seguir con mi vida, que es la
forma en la que piensan que te olvidaré.
Cuando sepa de ti, me callaré y sonreiré, no
preguntaré nada y me giraré, como si me acabaran de pegar una bofetada en la cara,
una vez más. Si te va mal, lo sabré, me lo dirán y me lo recordarán. Y con todos
los detalles que me dañarán más a mí que a ti. Poco a poco, vendrán pequeñas
lluvias a mis jardines con historias tuyas, pedacitos de recuerdos clavados en
la única montaña del mundo sobre la que ya nunca veré el sol. Y si te va bien,
me alegraré por los dos, tardaré poco en saberlo, por eso no me preocupo. (Siento
que te irá bien, porque eres de esas personas a las que la vida les sería aún
más injusta si les fuse mal y confío en que eso no puede ser, porque hay que
equilibrar de algún modo). Me convencerán de que no soy la misma persona alegre
sabiendo de tus éxitos, utilizarán esas palabras como alcohol para mis heridas.
Nunca creí en un rumor, no lo haré ahora, y menos ese que viene a destiempo,
inconexo y sin fundamento.
Qué
sabrán esas personas de mi alegría. A ti, que te la regalé por completo y
jugamos a reírnos de ella. Estas personas no tienen ni puta idea de nada.
Por dónde
iba…
Bueno,
nadie sabe lo que me pasa por mis órganos vitales cuando sé de ti. Nadie puede
ni debe saber nada. Siento el dolor de esa ecuación que creí resuelta, por ser
incapaz de dejarme hasta el final. Sentiré el incordio de esa pregunta a la que
jamás supe cerrarle el signo de interrogación. Sentiré un qué hubiera pasado
si, tan profundo y tan intenso que me mataría si se lo permito. Y ante todo,
sentiré que algo entre nosotros continuó creciendo incluso cuando nos
separamos. Un algo tan grande como el vacío que dejamos al volver a ser dos. Un
algo tan pequeño como el espacio que un sí le acaba siempre cediendo a un no.
Seré
fuerte. Te haré el favor. Me lo haré a mí. Nadie podrá notar nada. Nadie lo
descubrirá jamás, ni me verán derramar una lágrima que se pueda vender como fin
publicitario.
No daré
un portazo a los recuerdos. Pienso que es mucho tiempo invertido, abrazada a
ellos para que cualquier excusa pueda pronunciarse, a la espera de que alguien me
los adopte, los cuide y les de calor. Son recuerdos que fabricamos juntos, con
las mismas manos con las que construimos un futuro que jamás fue, son esas
anécdotas estúpidas con las que solo podemos sonreír tú y yo, escritas en un
idioma que ya nadie práctica, otra lengua muerta de un paladar exquisito.
Los he
mimado. Les he dado toda mi mente, y ahora creo que no tengo nada más en qué
pensar.
Si
algún día se de ti, eso significará muchas cosas. La primera, que por mucho que
lo intentaste, no pudiste irte tan lejos de
como querías. La segunda, que por mucho que lo deseé, no pude quedarme
tan cerca de donde alguna vez fuimos felices. Sí, feliz. La tercera, que tu
mundo y el mío siguen con pronóstico estable dentro de la gravedad. Y la cuarta
–por hacer la lista finita-, que cualquier resta en realidad es una suma
disfrazada de cero, una vuelta a cualquier sitio menos al lugar del que se
partió.
Ahora
siento paz cuando se de ti. Nada me perturba ya. Tú y yo pudimos con todo.
Pienso que todo pudo y todo se detuvo, hasta la creación de una utopía
absolutamente perfecta que dejamos a un lado.
A
partir de ahora, estoy tranquila, porque tú estarás bien. Me conformo con
saber algún día de ti, me conformo con
que alguien vuelva a encenderme de felicidad solo con mencionarte, me sobra con
saber que algún día tu voz me rozará los oídos y veré tu sonrisa. Esos oídos
que se abren cuando se te nombra.
Cuando
sé de ti, me hago la tonta y postureo.
Ya casi
te he olvidado.
Ya te
olvidaré cuando/si me da la gana, y de verdad.
Muchos
espejos de verdad.